
SÓLO POR HOY, EN LA MAÑANA, VOY A SONREIR CUANDO VEA TU ROSTRO Y REIR CUANDO TENGA GANAS DE LLORAR.
ASÍ AGRADECERÉ A DIOS POR TI Y NO LE PEDIRÉ NADA MÁS, EXCEPTO, UN DÍA MÁS.
No me grites.
Te respeto menos cuando lo haces; y me enseñas a gritar a mí también.
Si en vez de órdenes, a veces me pidieras las cosas,
yo lo haría más rápido y con más gusto.
No me compares con nadie,
especialmente con mi hermano o mi hermana.
Si tú me haces sentirme mejor que los demás, alguien va a sufrir;
y si me haces sentirme peor que los demás, seré yo quien sufra.
No cambies de opinión tan a menudo
sobre lo que debo hacer.
No digas mentiras delante de mí,
ni me pidas que las diga por ti,
aunque sea para sacarte de un apuro.
Me haces sentirme mal y perder la fe en lo que me dices.
Cuando estés equivocado en algo, admítelo.
y crecerá la buena opinión que yo tengo de ti,
y así me enseñarás a admitir mis equivocaciones.
Trátame con la misma amabilidad y
cordialidad con que tratas a tus amigos.
Porque seamos familia no quiere decir que no podamos ser amigos también.
No me digas que haga una cosa si tu no la haces.
Yo aprenderé siempre lo que tú hagas, aunque no me lo digas,
pero nunca haré lo que tú digas y no hagas.
Cuando te cuente un problema mío,
no me digas "no tengo tiempo para bobadas",
o "eso no tiene importancia".
Trata de comprenderme y ayudarme.
Y quiéreme. Y dímelo.
A mí me gusta oírtelo decir, aunque tú no creas necesario decírmelo.